La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

sábado, 8 de septiembre de 2018

JUANA RIVAS O EL IMPERIO DE LO "MUY SENTIDO"




Juana Rivas cometió un delito de secuestro de menores basándose en un pretendido maltrato continuado de su marido que no ha podido demostrar.  Para ello se valió de las instituciones y el poder mediático, desobedeciendo reiteradamente toda orden judicial.  



Su responsabilidad penal no queda eximida por haber sido mal asesorada en la Concejalía de Igualdad de Maracena por unos empleados públicos (comandados por la inefable Francisca Granados) que se supone deberían velar por el bien del ciudadano,  respetando y haciendo respetar las leyes. A estos empleados,  sin embargo, habiendo faltado a las normas deontológicas más elementales, ni se les ha destituido ni se les procesa. No es de extrañar si quienes deberían hacerlo, los jerarcas de la política,  fueron abanderados de la campaña viral  “Juana está en mi casa” de hace un año. Desde el presidente del Gobierno a la de la Junta,  quien ha destinado recursos de todos los andaluces a la defensa de la”causa Juana” -politizada hasta la náusea- deberían asumir responsabilidades. Pero no parece que esto vaya a ocurrir,  utilizan a la madre desbordada de emocionalidad  para hacer desbordar también las emocionalidades de quienes agitan las pancartas en el circo mediático. Nada más abonado para el pastoreo de la grey que el vapuleo de emociones,  lo vemos de continuo en casos que,  no por casualidad,  se convierten en espectáculo de masas.



Sorprende comprobar cómo un feminismo que se dice valedor de  las capacidades de las mujeres -intelectivas,  entre otras- hace ese exhibicionismo de emociones tan primarias y apela a la pura visceralidad en todas sus performances de pancarta y de redes. Capítulo aparte merece el melodrama televisivo capitaneado por  las lideresas mediáticas del lila,  Ana Rosa y la Griso,  personajes aglutinantes de la telenovela que ellas mismas alimentan, desde las algarabías de plató a las de calle,  haciendo caja,  naturalmente.  










Tristemente,  Juana es un personaje en quien no pocas mujeres de su generación se sienten reflejadas,  en particular aquellas que se desentienden de las responsabilidades que les corresponden, obedecen a impulsos y gustan del histrionismo.  Admiradoras de estrellas de realities, no desaprovechan la ocasión si se les presenta oportunidad de protagonizar uno propio,  que la vida no va a ser esfuerzo y trabajo si hay camino más corto y cómodo donde sacar tajada.  Parece ser que este perfil de mujer es el que elige la cohorte lila para centrar sus campañas,  mujeres fácilmente “asesorables”,  es decir manipulables,  que no han aprendido a controlar su emocionalidad ni lo pretenden porque tienen a gala ser así:  viscerales y caprichosas,  descerebradas.  



Somos conscientes de ser políticamente incorrectos al señalar la emocionalidad como defecto cuando parece admitirse como virtud el ”sentir mucho”,  hasta con exceso, y a ser posible exhibirlo sin pudor,  porque los sentimientos te otorgan ventajas frente a otros.  Si te sientes víctima es que lo eres,  no hay más nada que comprobar,  y si a quien acusas te pide explicaciones le atribuyes, como poco, desconsideración,  cuando no culpabilidad sin contemplaciones.



Afortunadamente también hay muchas mujeres que no son ni pretenden ser como Juana Rivas,  por el contrario se alejan de ese modelo que al mainstream lila tanto gusta movilizar.  Mujeres sensatas,  responsables de sus actos,  que consiguen logros por sí mismas,  sin trampas ni cartón,  que controlan sus emociones,  no reprimiéndolas sino canalizándolas, porque además de seres que sienten son seres que piensan, pero a éstas no es fácil “asesorarlas” y por ello no suelen  pertenecer al redil lila.









Si todavía alguien duda de este retrato de Juana Rivas que se pregunte ¿Por qué dejó al hijo mayor (el único que entonces tenía la pareja)  con el padre 2 meses para hacer turismo si éste era, según ella, un maltratador?  Juana ha mentido y ha conseguido dinero de personas tal vez bien intencionadas que han querido ayudarla.  También debe preguntarse si la emocionalidad y el impulso debe prevalecer cuando está en juego que tus hijos se queden primero sin su padre durante un año y después sin madre porque esté condenada por secuestro,  no,  no parece que Juana sea una persona sensata.  La maternidad no siempre es un acto de absoluta generosidad, desde el propio sentimiento maternal muchas han empatizado con Juana sin percatarse de que los sentimientos por sí solos no otorgan derechos especiales, sobre todo cuando entran en confrontación con los derechos de tus hijos en primer lugar y del padre de tus hijos en segundo lugar.  






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