La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

domingo, 1 de junio de 2014

Podemos o la cabalgata de la ilusión



Leo con atención el programa (de 36 páginas) de Podemos, lo encuentro muy socialdemócrata para estar sustentado por un partido, Izquierda Anticapitalista, de orientación troskista, pero recoge con minuciosidad todas las reivindicaciones de las Mareas y movimientos derivados del 15M. De hecho, los “círculos” no son más que un revival de las asambleas de indignados, ya en gran parte extintas al menos en la ciudad de Sevilla. Aunque con la distinción de que entonces las asambleas no querían líderes ni banderas y hoy aplauden calurosamente a líderes carismáticos, cuya cabeza visible ha tenido durante meses una inusitada acogida en medios de comunicación de masas y en programas de máxima audiencia, lo que no me parece casual. 

El programa socialdemócrata de Podemos no es más que una “carta a los reyes magos” de niños que demandan al papá Estado que les salve de las garras maléficas del Capitalismo. El discurso "anticapitalista" de la izquierda es ese: el Capitalismo es malo y el Estado es bueno, el Estado nos va a salvar del Capitalismo.

Creo que la crisis iniciada en 2008 nos ha venido a demostrar que el Estado no sólo no nos salva del Capitalismo sino que salva al Capitalismo, a costa de exprimir aún más a las clases populares. Recuerdo bien a Sarkozy, entonces presidente de la república francesa, abogando por refundar el Capitalismo. Desde aquellas infaustas fechas todos los Estados occidentales (en cualquiera de sus formas, sea en el ámbito municipal, autonómico, nacional, o supranacional, pues no me estoy refiriendo al Estado-nación)  no han hecho otra cosa que refundar, reforzar, apuntalar el Capitalismo, hundiendo en la miseria  cada vez a mayor número de sus súbditos, pues hasta de la condición de ciudadano con derechos no han dudado en despojarnos para servir a los intereses de las élites, sí, capitalistas y también, subrayemos, estatales, pues Capital y Estado forman un tándem de simbiosis perfecta, yo te doy y tú me das, y ambos conformamos esa minoría hegemónica que todo lo administra, que todo lo maneja, que todo lo controla.

¿Pero es factible el programa de Podemos? Los programas socialdemócratas tuvieron su momento de apogeo en la Europa de la posguerra hasta que a finales de la década del 70 fueron sustituidos por programas neoliberales. Lo que alguna vez fue factible podría volver  a serlo, pero las condiciones en las últimas décadas han variado. En primer lugar hay que tener en cuenta que la socialdemocracia era el sistema perfecto con que el Capitalismo se maquillaba -con la inestimable ayuda de los Estados-  de manera suficiente como para contrarrestar la amenaza comunista del otro bloque hegemónico que hoy por hoy no existe. Europa entonces  era aún una potencia económica de primer rango, lo que ya ha dejado de ser, oscurecida por las llamadas potencias emergentes, y no puede competir con éstas en eso que llaman competitividad, es decir en las condiciones penosas de explotación de la mano de obra.


Seamos ingenuos por un momento y pensemos que los que hoy ostentan la riqueza y el poder absolutos: el capital financiero, las empresas multinacionales, los Estados que legislan positivamente para que éstos sigan recogiendo beneficios sin fin y con ello continuar nutriéndose, están dispuestos a compartir parte de esos beneficios con las clases populares ya sea en forma de Estado de Bienestar, o en forma de incentivos al consumo, sólo en ese caso sería factible un programa socialdemócrata, si el sistema vigente necesita recurrir a ello para subsistir, sin duda lo hará y volveremos a la Europa de los estados sociales, pero si no necesita recurrir a ello para subsistir seguiremos padeciendo los recortes neoliberales. Lo que votemos o no las mayorías es secundario, aunque preferirán que votemos a favor de los intereses del sistema vigente y medios tienen a su alcance para lograrlo.


El papel de las izquierdas en este país todavía llamado España viene siendo el de reconducir el descontento popular hacia rediles donde éste sea manejable. Si echamos un vistazo hacia atrás vemos como en la Transición el PCE traicionó a la resistencia antifranquista, por no hablar de quienes han gobernado durante mayor número de años, el PSOE, que de manos de su carismático líder Felipe González no tuvo remilgo en desechar el marxismo si esto le aseguraba el poder, y sabemos que se lo aseguró a todos los niveles. Aquel líder carismático que entonces vestía traje de pana, hoy es un plutócrata de puro habano al que sólo falta la chistera para completar la imagen clásica de potentado de viñeta.

¿Qué será de aquí a unos años de los líderes carismáticos de coleta de hoy en día? No porfiemos a los oráculos. Centrémonos en el presente. El líder de coleta, profesor universitario, se dio a conocer mucho antes de la campaña electoral, en medios de comunicación alternativos, primero, y después, y durante muchos meses consecutivos, a través de medios de gran audiencia que ¡ay, coincidencia! pertenecen a grandes corporaciones no sólo mediáticas sino financieras y de la gran empresa multinacional ¿Casualidad? Creo poco en ese tipo de casualidades, ser invitado como contertulio de los programas destinados a crear el estado de opinión de los millones de televidentes diarios requiere cumplir con unos requisitos que pasan por ser apologistas del sistema, cuando no, para crear sensación de debate, ser antisistema de salón, que es lo que viene siendo el señor Iglesias, eso sí con un engolado tono universitario que le hace aparecer como el repelente niño vicente de la izquierda, inenarrable el momento estelar en el que en mitad de una de esas tertulias desafió a su oponente, el inefable Marhuenda, a contrastar con él su expediente académico, lleno de matriculas de honor, como corresponde a las generaciones más preparadas de la historia de este país, faltaría más. 

Pero los medios de comunicación de masas, (y cuando los mencionemos no debemos olvidar nunca quienes son sus dueños y a quienes sirven) no se han limitado a dar a conocer con antelación al líder de esa nueva iniciativa llamada Podemos, sino que una vez cosechados, gracias a ellos, un magnífico resultado en las elecciones europeas, continúan haciéndoles la campaña para la próxima cita electoral. Hace seis meses que no enciendo el televisor pero ayer lo encendí a la hora de máxima audiencia, cinco días después en varias cadenas estaban hablando al alimón de la citada iniciativa electoral. En las más escoradas a la derecha, intentando denigrar, bien, cuanto más llaman "antisistema" al líder, más consolidarán el voto de la izquierda en torno a él. En las más centradas ideológicamente, esto es la cadena estatal 24Horas, arguyendo contra él argumentos melifluos e inconsistentes, como de perdonavidas.

En los “círculos”, como antes en las asambleas del 15M, hay mucha buena gente, bien intencionada, que quieren luchar por un cambio cierto, pero no sé si esta buena gente será conducida hacia rediles manejables por el poder a través de iniciativas ilusionantes como Podemos, no sé si Podemos nos conducirá a todos en una cabalgata de la ilusión hacia un sistema renovado, tal vez con reformas constitucionales, tal vez con repúblicas sobrevenidas o con izquierdas de nuevo cuño, frentes populares mediante, que una vez en el poder se olviden de las promesas y digan diego donde dijeron digo, como tantas veces ha ocurrido. Si así resultara ser el sistema una vez más hubiera utilizado a las izquierdas para regenerarse y éstas hubieran utilizado al sistema en beneficio de unos pocos, de una nueva élite. Si el nuevo “frente popular” que se atisba en el horizonte electoral, resultara ser ciertamente combativo con las élites mandantes, posibilidad ésta altamente improbable, ¿cuánto tiempo tardaría la oligarquía en sacar los tanques a la calle como en el 36? pues una vez no resulten útiles las izquierdas serán desechadas como pañuelos de papel y la seudo-democracia de hoy sería mañana una dictadura sin mayores miramientos. 

El 15M supuso, al menos para una parte de quienes participamos en él, una posibilidad de pensar en un cambio futuro, cierto, verdaderamente antisistémico, esto es, ante todo, un cambio profundo en el sistema de valores, imprescindible para acabar con la dominación del Capitalismo, pues diariamente nos vestimos de Capitalismo cuando a lo que aspiramos es a consumir más. Cuando nos desentendemos de la gestión de nuestra salud, de nuestra educación, de nuestras viviendas y las dejamos en manos de gestores del Estado, esos que no miran más que por la perduración del sistema. Nos comportamos como niños que demandan al padre protección y que nunca se harán cargo de sí mismos. Tal vez nadie quiera crecer, todos queramos permanecer en un reino de Jauja muertos de risa con tal de que nos den el “soma” que nos haga obligadamente feliz como en el país que imaginó Huxley. 

Ya sé que las consecuencias de la llamada crisis o estafa, se está cobrando muchas víctimas, pero por más que demandemos justicia al sistema éste es por definición injusto, parcial, arbitrario, sirve a una oligarquía, hoy es una mañana puede ser otra, a menos que vayamos sembrando un mundo distinto que tal vez aún ni seamos capaces de imaginar. Personalmente, prefiero intentar imaginar un mundo distinto y dedicar esfuerzos a ello que perder energías en demandar justicia a un sistema que es injusto por definición.