Los caminos de la lucidez conducen a abismos, aunque no se llega al fondo de ellos si no es por vericuetos anegados, soledades insondables, oscuras noches largas, nubladas auroras...
Los caminos de la lucidez no admiten retorno, describen un sólo sentido, seducen y a la vez espantan, conmocionan y aterran...
Por eso, porque espantan, los anestésicos son récord de ventas, ellos nos consienten mirar sin ver, oír sin escuchar, tocar sin abrazarse, impiden que la vida desatada, intensa, desmedida, rompa en mil astillas ese tedio melifluo del transitar cotidiano que hemos consensuado llamar realidad para así no entendernos
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