La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

domingo, 13 de agosto de 2017

NUESTROS HOMBRES



Ellos, como nosotras, las mujeres que los amamos, tampoco tienen poder, tienen, como nosotras, sus brazos y su inteligencia. Cada uno es un ser único, como cada una de nosotras somos seres únicos. Eso sí, tenemos mucho en común, somos seres humanos abriéndonos paso en la vida por nuestros propios medios, no somos privilegiados, porque no tenemos poder, el poder nos viene dado desde afuera y siempre antepone obstáculos a nuestras vidas.



Los amamos, ya lo hemos dicho, también ellos nos aman, forman parte de nuestras familias, son nuestros amigos, los cercanos, aunque sabemos que más allá de nuestro horizonte de convivencia hay muchos humanos como nosotros.



Nuestras vidas no están exentas de conflictos: los que nos vienen impuestos desde el poder y también los cotidianos. Tratamos de afrontarlos, con diferentes resultados: a veces resolvemos, otras nos encallamos.



Las relaciones eróticas entre nosotras y nuestros hombres nunca han sido un remanso de paz, si bien tanto mujeres como hombres somos seres humanos completos, el impulso libidinal  y las diferencias que la biología marca entre nosotros propician que nos necesitemos mutuamente y al mismo tiempo no siempre seamos capaces de comprendernos. Esto es así desde siempre. Ocurre que hay circunstancias que agravan esa incomprensión. Si éstas provienen de la cotidianeidad (las que siempre han existido) las hemos afrontado desde ese ámbito cotidiano. Pero a veces las que nos vienen impuestas desde el poder establecido nos interfieren sobremanera.



Estamos en un momento de especial interferencia del poder establecido en nuestras vidas cotidianas. Las leyes nunca son inocuas, hubo un tiempo en que se legisló  supetiditando la mujer al varón (padre o marido) ahora sin embargo se legisla favoreciendo a la mujer. Ni nosotras ni nuestros hombres hicimos aquellas leyes ni tampoco hacemos éstas. Nos las imponen. Muchos son los métodos que el poder emplea, la coerción es el más visible, pero es utilizada en última instancia, antes es utilizado el método de la propaganda, el que se basa en imponer un pensamiento dirigido que favorezca los intereses de quienes hacen las leyes. La propaganda es tan omnipresente que nos confunde al punto de no saber qué pensamos realmente.



Nosotras y nuestros hombres hemos optado por no dejarnos influenciar  por los que no conviven con nosotros, tenemos razones fundadas para sospechar que no desean nuestro bien sino que intentan servirse de nosotros para satisfacer sus intereses espurios.



El poder que nos domina tiene la propaganda y la coerción, nosotras y nuestros hombres tenemos algo, sin embargo, que el sistema de dominación nunca tendrá: el amor. Quiere desbaratarlo pero no lo vamos a consentir.



El amor es amor a los nuestros en diferentes formas. El amor erótico es un amor crucial porque de él depende la descendencia. Los vínculos que se establecen en una relación erótica son muy poderosos, intervienen múltiples factores, biológicos, sentimentales, espirituales, de lo que resulta una unión sólida. Nos da fuerzas para vivir, para enfrentar adversidades. Si, además, se ve reforzado por la descendencia, el núcleo de confianza y mutualidad se amplía.






Desconfiamos de la propaganda, sabemos quiénes son sus dueños. Por eso optamos por escucharnos entre nosotros, para entendernos enmedio de esta guerra que nos han declarado.



Nosotras escuchamos con atención lo que nuestros hombres tengan que decir porque es más crucial que nunca que haya compresión entre nosotros. Ellos se sienten heridos, la propaganda dice cosas terribles como que son violadores y maltratadores y hay quienes la creen, muchos y muchas la creen. Nosotras sabemos que mienten, que sacan de quicio lo excepcional y lo hacen pasar por habitual. A nuestros hombres no los definen los casos excepcionales sino lo que sabemos que son. Hombres que aman, que desean, que quieren a sus hijos, nuestros hijos. Que siempre se afanaron por dar a los suyos lo mejor, que para ello se esforzaron y hasta se sacrificaron, igual que nosotras.



Sabemos que aman porque nos hemos sentido amadas por ellos, hemos sido testigo y también cómplices con ellos en procurar lo mejor para nuestros hijos. Así que no creemos los cuentos que nos repiten día y noche sin cesar. Porque lo que dicen desde esos púlpitos del poder, sobornados por el poder, son falacias cargadas de veneno con las que nos quieren destruir a ellos y a nosotras, porque si a ellos los atacan nosotras nos sentimos atacadas.



Los acusan falsamente de maltratadores para que les tengamos miedo, nos dan sus leyes tramposas para que los denunciemos,  es una guerra que nos han declarado. Nosotras no nos alistamos en esa guerra, no es nuestra guerra, lo nuestro fue y seguirá siendo el amor.



Los acusan de violadores y llegan al extremo de decir que toda penetración es una violación. Con este axioma pretenden que todos sin excepción entren en el rango de la acusación. Nosotras sabemos que la excepción es la violación y que toda penetración de los hombres que amamos es un goce y es un regocijo y que además nos une a ellos en lo  íntimo y lo trascendental.





Esta guerra que nos han declarado, la ganaremos con amor en el más amplio sentido del término, el amor empieza por la escucha del otro, por eso escuchamos a nuestros hombres y apagamos la propaganda. La ganaremos también contraviniendo a la propaganda: si nos quieren alejar de nuestros hombres nos acercaremos a ellos. Si nos quieren restringir o anular la libinidad liberaremos el Eros, así, anudados en el lecho, desatados en el placer, nuestro grito de goce será un grito que convoque la libertad.  






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