La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

lunes, 1 de octubre de 2018

«SUPERIORIDAD» MORAL



Tiempo atrás los partidarios de la moral católica eran quienes ostentaban la bandera de lo políticamente correcto, hoy (desde hace décadas) quienes han venido a ocupar dicho lugar son los que se definen de izquierda, que abrazan sin cuestionar los dogmas que les son suministrados desde sus púlpitos.



Me pregunto por qué en todo el espectro ideológico hay tanto dogmático y me respondo que no hay nada más cómodo para el sujeto medio que otro piense por él. Pensar por sí, cuestionar lo que se quiere imponer desde los aparatos propagandísticos exige tal esfuerzo (hoy más que nunca porque los medios se han sofisticado) que pocos están dispuesto a hacerlo.



Si te adhieres al pensamiento dominante todos son ventajas: ahorro de esfuerzo, aceptabilidad social, y, sobre todo, hallarse en el lado moralmente “superior”, más “evolucionado”. Pero esto es una entelequia, no sólo porque individuos adocenados son dóciles y manejables, sino porque al rehusar poner a trabajar la parte del cerebro destinada al pensamiento racional es, justamente, lo inverso a evolucionado.




Adherirse a doctrinas sin cuestionarlas mínimamente es trabajo que hacemos desde la parte más rudimentaria del cerebro, donde reside también el impulso mimético (sí, el que nos lleva, maquinalmente, a replicar las conductas que observamos). No habrá un cambio cualitativo en la sociedad hasta que seamos conscientes de esto, entre otras cuestiones.









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