La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

viernes, 18 de mayo de 2018

LA CULTURA DE LA DENUNCIA




Después del primer acto con el que diera comienzo el bochornoso espectáculo al que asistimos tras la sentencia de la #manada, hemos podido asistir a algunas escenas más. Tales como ver a nuestros jóvenes en las calles (y en algunos platós) gritando consignas como si de unas juventudes hitlerianas se tratara (1). Ya sabíamos que estaban siendo adoctrinados, sin embargo, nos ha llenado de espanto comprobar hasta qué punto es así. Muchos talleres, seminarios y cátedras “de género” se vienen aplicando a fondo en ello desde hace tiempo con cargo a los presupuestos “de igualdad”. (2) 



También hemos leído a hombres autoinculparse (¿de ser hombres?) como en una especie de ceremonia del pecado y la expiación que recuerda a la Iglesia o más bien a la autocrítica previa a las purgas estalinistas. Aún desconocemos el desenlace de dichas confesiones, aunque sabemos de casos de “aliados” que han sufrido el martirio sin que de nada les haya valido su confesa fe feminista. (3) 




Desde el hastag Cuéntalo, ha habido acusaciones de mujeres–unas veladas, otras con nombre y apellido– sobre abusos y agresiones de hombres concretos, a los que se ha expuesto en las redes como en una plaza pública, aprovechando que las hordas campaban por allí, para ahorrar trámites con la condena sumaria. (4) 




Nada de esto sucede por azar.  












El poder se vale de estrategias para implementar su agenda. Instigar el miedo desde sus altavoces suele salirle rentable, así como agitar las masas desde los movimientos que tiene cooptados. La banda del slogan nos grita que hay una cultura de la violación, de ese modo, apelando a la catástrofe para mover visceralidades, promueve las “soluciones” premeditadas, ya aupadas en legislaciones extranjeras. (5) 



Se esconde una aparente contradicción (un nuevo doble pensar orwelliano) entre no respetar jurisdicciones legales si éstas dictan sentencias inconvenientes a los intereses de la ideología feminista más gritona y que desde esa bárbara ideología se pretenda la judicialización de todo conflicto mediante la implantación de leyes y más leyes. Eso sí, ad hoc, de autor, con tribunales de excepción, donde se invierta la carga de la prueba. Atado y bien atado, como diría el dictador más reciente de nuestra historia, a quien las nuevas hordas parecen querer superar en ardor dictatorial. (6) 



No se trata de que las leyes sean más o menos abstrusas, como se ha pretextado, sino que sean como sean sirvan a unos concretos intereses. En nombre de un supuesto “derecho” de las mujeres a no tener miedo se quiere dar fin a un derecho fundamental conquistado: el de presunción de inocencia. Siendo el primero un “derecho” inventado sobre la base de haber azuzado el miedo mediante la manipulación y una entelequia pretender erradicarlo cuando en esencia se trata de una emoción primaria que sirve al humano de salvaguarda contra peligros ciertos.  



Pero esta ideología tiene como especialidad vender entelequias a cambio de obviar realidades constatables. Ya lo hace cuando niega las diferencias sexuales dadas por la biología amparándose en que todo es género y constructivismo social. Se valen del verbo “deconstruir” (un eufemismo de “destruir”, neolengua) para luego rehacer conforme a sus criterios preestablecidos. De este modo quieren llevarnos al extremo de que todo sea supervisado por sus ideólogos y adoctrinadores, con especial predilección por el control de la educación pública y la promoción de leyes que regulen todo acto de convivencia. Impulsando de ese modo una cultura de la denuncia, de la delación y el hipercontrol social, ¡cuánto nos remite ésto a infaustos sistemas totalitarios de triste recuerdo! (7) 




Debemos preguntarnos cómo estamos permitiendo que esto suceda. La pensadora Hanna Arendt nos sigue advirtiendo que rehusar al deber individual de pensar nos sume en la barbarie. La historia a veces se repite pero no siempre viene envuelta en idénticos abalorios, si no fuera así bastaría con identificar características superfluas. Es necesario, pues, hacer el ejercicio de evaluar lo que subyace a esta ideología revestida de pretendido progreso, de supuesta liberación de la mujer y otros colectivos oprimidos, cuáles son sus fines y qué medios los determinan. Por sus actos los  conoceremos.


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1. La huelga de estudiantes sobre la sentencia de la manada https://www.eldiario.es/sociedad/Huelga-estudiantes-sentencia-manada_0_769923341.html

2. 200 millones de presupuesto para igualdad este año http://www.elmundo.es/economia/2018/04/03/5ac3540522601ded478b4653.html

3. El actor Willy Toledo se confiesa en su cuenta de Facebook https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1856179104439688&id=100001428484241

4. El hastag para contar abusos sexuales 

5. Legislación sobre violación que exigen consentimiento en países europeos 

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