La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

domingo, 13 de mayo de 2018

CONTRA-FEMINISMO COMO CONTESTACIÓN





Hasta fecha reciente el feminismo instalado hoy en las instituciones de poder no tenía contestación social. Debido a la colosal maquinaria propagandística de la que se vale logró instalar sus principales líneas ideológicas en la práctica totalidad de la población. Sin embargo desde hace algún tiempo, y aunque de forma tibia y marginal, está levantando algunas voces discrepantes que se hacen oír en las redes, donde aumentan cada día los foros, páginas o grupos dedicados a la contestación ideológica y a la puesta en evidencia de ciertas leyes feministas que resultan palmariamente injustas. No vamos a detallar las cuestiones más candentes de los encendidos debates porque a lo que nos vamos a referir aquí es a entrever quiénes son los que conforman esa incipiente disidencia.




Destacan sobre todos aquellos que directamente son damnificados por la Ley de Violencia de Género de 2004. Tras catorce años de su aplicación hay un número creciente de hombres denunciados por sus ex parejas mediante denuncias instrumentales para obtener ventajas en la custodia de hijos o en el reparto de bienes tras un divorcio o por enconadas venganzas. Junto a ellos se cuentan familiares y allegados. Toda vez que los casos aumentan se extienden las suspicacias en derredor entre quienes, aunque de forma indirecta, tienen referencia de algún conocido. 




Mujeres otrora militantes del feminismo que hallaron en él un nuevo corsé mientras que la corriente dominante se fanatizaba y encontraban inviable la discrepancia. Algunas lograron zafarse no sin esfuerzo, como quien escapa de una secta. 



Temerosas madres de hijos varones que se preguntan por el futuro que les aguarda.



Perplejas mujeres en edad de procrear que desean ser madres pero sólo encuentran hombres reticentes al compromiso.



Hombres que desean tener una relación formal de pareja pero desconfían o no se sienten atraídos por mujeres que, influenciadas por el feminismo, se muestran jactanciosas y desafiantes. 



Misóginos de ambos sexos amparados en la incorrección política.



Personas que contestan al feminismo por considerarlo parte sustancial del sistema de poder al que se oponen en su totalidad. 


Católicos o de alguna otra confesión cristiana. 



Este sector mencionado en último lugar fue el primero en contestar al feminismo y en él aún creen que son los únicos que se les oponen. Sin embargo se advierte que el número de opositores va en aumento y no obedecen, necesariamente, a un perfil de convicciones conservadoras. Ni tampoco se pueden encuadrar (por más que lo reiteren como una letanía desde el feminismo) en esa etiqueta comodín de “machista”.  







Así como el feminismo dominante se asienta en una ideología dogmática, el contra-feminismo no tiene un corpus teórico propio, no es un movimiento y por sí mismo no tendría razón de ser. Se trata, más bien, de una contestación que nace de la experiencia tras años de implementación de políticas feministas y las consecuencias sociales derivadas de ellas. También de la resistencia a asumir unas teorías disparatadas que contravienen el sentido común, la biología que constituye al ser humano y su diferenciación sexual más allá de los rasgos morfológicos.  





En la amalgama contra-feminista puede hallarse gente de cualquier color político. Además el grado de discrepancia con el feminismo hegemónico es variable. Desde feministas moderados a quienes se etiquetan de antifeministas, no desean etiquetarse, o son partidarios de la restauración del viejo patriarcado anterior a la concesión del voto femenino, siendo esta última una opción muy minoritaria.  



Entre quienes no desean etiquetarse como antifeministas nos hallamos los que disentimos con él por oposición al sistema de dominación en su totalidad, dado que el feminismo es hoy el instrumento mediante el cual el poder constituido logra inmiscuirse en la intimidad de las personas, enfrentar entre sí a hombres y mujeres comunes, deshacer familias y vida horizontal, y por consiguiente, toda fuerza popular cohesionada que pueda confrontarle.  



Si observamos los puntos discrepantes entre feminismo y antifeminismo, que a menudo enconan los debates, detectamos claramente que en el antifeminismo sólo suele encontrarse un “no” de hartazgo, pero rara vez un aserto propositivo. Se acepta vagamente la igualdad ante la ley sin entrar a valorar con exhaustividad en qué debe consistir dicha igualdad, para qué y hasta dónde debe ser llevada a término. Pocos cuestionan el concepto mismo de “igualdad” o cómo dicho concepto, debidamente disfrazado de justicia social, es utilizado torticeramente para generar nuevas desigualdades. Es el caso de la citada Ley de Violencia de Género de 2004, que establece distintas penas por un mismo delito, mayores si se es hombre. Obviamente, las leyes feministas están generando un sexismo de nuevo cuño, evidencia que aparece desdibujada bajo el peso arrollador de la propaganda, omnipresente y reiterativa hasta la náusea. 



Por la heterogeneidad de los opositores al feminismo es poco probable hallar un proyecto aglutinador que los abandere más allá de la modificación o derogación de alguna ley concreta, objetivo éste que bastaría para muchos de ellos.  



Cabe decir que toda la intelectualidad parece militar sin fisuras en el feminismo mainstream, y que la oposición se halla huérfana de ideas y de liderazgos, tal vez ello explique el éxito de algún YouTuber de reciente aparición. Pocas, por no decir ninguna, estrella mediática se prestará a coquetear siquiera con ideas políticamente incorrectas, que los expulsarían a los márgenes o los condenarían a la indigencia laboral, pues tanto la industria cinematográfica (con Hollywood a la cabeza) como la ficción televisiva promueven con insistencia el feminismo tanto en los contenidos de las producciones como en campañas (desde MeToo a Cuentalo). Por el contrario, quienes en el mundo de la farándula se prestan a liderar campañas obtienen de inmediato relevancia, lo hemos visto con alguna actriz venida a menos por la edad que de pronto adquiere espacios mediáticos que le ayudan a no caer en el olvido.  



¿Debe haber un antifeminismo doctrinal? Por lo expuesto no creemos que vaya a haberlo. Tampoco lo encontramos deseable quienes contestamos al feminismo desde la contestación al sistema en su conjunto, pues precisamente es la doctrina, el dogma, el que es combatido en esa contestación y, cómo no, su puesta en práctica en forma de política totalitaria. 


Como hemos señalado con anterioridad en otros escritos no se trata de víctimas, sino de victimismo, lo que comienza como causa noble se pervierte, se instrumentaliza, de este modo ya el feminismo no se trata de mujeres sino de que éstas sirvan a un fin. En esa fase nos encontramos, en que un elevado sector de la población es conducido mediante medias verdades y flagrantes mentiras (manipulación de masas) a demandar recortes de libertades en beneficio de más ”seguridad”, que se traducirá en control absoluto de la intimidad de las personas.  



Hemos aceptado las cámaras de seguridad en bancos, aeropuertos, comercios, y por extensión en cualquier lugar público. Ahora se trata de que aceptemos registrar citas o encuentros íntimos en grabaciones, tal como ya hacen muchos divorciados cuando se comunican con sus ex parejas o se acercan al domicilio de éstas a recoger a los hijos. En previsión de posibles denuncias, graban en audio o vídeo dichos encuentros e incluso toda conversación que establezcan con la ex, a fin de que, si son denunciados, puedan disponer de pruebas en su descargo.  



Con las leyes que se vislumbran tras de tormentas orquestadas como las del caso #manada (no es casual que se haya elegido un caso con vídeo) será necesario disponer de pruebas por si acaso una cita erótica se convirtiera en una pesadilla kafkiana, dado que a las mujeres (una vez más) se les va a conceder el privilegio de poder denunciar sin que tengan el deber de probar el delito denunciado sino, incluso, basándose en subjetividades.  



El alcance del ataque a la libertad en curso no tiene parangón. Las nuevas tecnologías contribuirán a completar y consolidar el gran hermano orwelliano. Así, de la mano de una supuesta ideología liberadora –el feminismo– se vislumbra una dictadura totalitaria, en la línea, también, del ”doble pensar”, tan útil a las ingenierías de la manipulación. 


No debemos consentirlo aunque desde el contra-feminismo no haya ni un único color político ni una ideología de sustitución. Nos hallamos ante una situación de emergencia, si ante una herida abierta y sangrante no hay tiempo que perder y el reto es detener la hemorragia, detengamos esta sangría de libertades últimas antes de quedar exangües.  



La intelectualidad, como tantas veces demostradamente venal, no está ni se la espera, los medios obedecen a sus amos, contracorriente de esa manada enfurecida que se dirige ciega al borde del acantilado nos hallamos tan sólo un puñado de individuos conscientes, ovejas negras diseminadas entre el marasmo, nos queda alzar la voz, señalar el abismo y armarnos de valor para la resistencia.  

















































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