La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

lunes, 17 de diciembre de 2018

LENGUAJE DE LOS BALCONES





Un vecino anónimo del bloque de enfrente tenía colgado en su balcón una estrella de bombillas que se encendía y se apagaba que si la miraba un rato me hacía caer en trance hipnótico. Me  preguntaba a cuento de qué quería arrojarme luz ese señor (o señora o señoro, que yo en eso no me meto). El caso es que la ha retirado y ahora el iluminado es él (o ella, o elle, que yo en eso no me meto). No sé si  la habrá llevado a otro portal (de Belén, se entiende). Trato de divisarla por los edificios que alcanzo a ver desde la ventana y sin rastro. Pero observo bombillas de colores que engalanan algunas terrazas, no es contaminación lumínica, es Navidad, que quede claro. No sé si tomarme la retirada de la estrella como una retirada de saludo, es que como no le conozco no sé qué me habrá querido dar a entender. El caso es que ya no despierto desplomada sobre el alféizar, lo que es de agradecer. Si lee estas líneas (la virtualidad todo lo alcanza) que se lo tome como un pequeño homenaje. Tampoco es que me gusten los ahorcados vestidos de Papá Noel o de Reyes Magos oscilando al viento -por muy simbólicos que sean- pero al menos sólo se ven de día. Acabo de caer en la cuenta que el año pasado se exhibían banderas, y es que esto de los balcones tiene su particular lenguaje, es como un ahí va eso, en plan indirecta, entonces, ¿qué me querrá decir el del segundo del bloque contiguo al de la estrella que cuelga todos los días unos calzoncillos Calvin Klein al sol?








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