La cuenta suma 3,05. Le doy a la china un billete de 5 y cuatro céntimos que recaudo del fondo del monedero, así ella no tendrá que desprenderse de cambio y no me largará un puñado de chatarra.
-No, no –protesta– yo cambio.
Sonrío sorprendida y comento:
-Oriente es Oriente y Occidente, Occidente.
Ella devuelve, ampliada, la sonrisa y sentencia:
-Chi, chi, Oliente es Oliente y Ochidente, Ochidente, chi, chi.
Le devuelvo una moneda de 5 céntimos (de las que me ha dado) a modo de propina o, más bien, para dejar claro que no quería robarle un céntimo y vuelve a protestar, aunque pronto la hace desaparecer en el cajón.
-Chi, chi, Oliente es Oliente y Ochidente, Ochidente, chi, chi. (Carcajada, de Fumanchú, me ha parecido)
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