La libertad no consiste en abrazar la doctrina adecuada sino en desasirse de todas ellas

sábado, 29 de septiembre de 2018

SIN LIBERTAD DE PENSAMIENTO




La libertad de expresión es escasa en este país, casi tanto como la libertad de pensamiento. De lo primero podemos responsabilizar al legislador, de lo segundo ¿a quién podremos responsabilizar?


Cierto que el discurso dominante está plagado de consignas destinadas a colonizar las conciencias, de modo que la opinión pública no sea sino la réplica ad náuseam  de esas consignas. No obstante, en un íntimo ejercicio de rebelión, podemos sustraernos a dichas consignas y cuestionarlas, ¿Pero lo hacemos o eludimos esa responsabilidad individual? Admitamos que delegamos el ejercicio de pensar a los voceros de la res pública porque tendemos a la cicatería del esfuerzo, mientras ésta persista el statu quo seguirá intacto.








LIBERTAD EMOCIONAL



La libertad emocional es siempre un difícil equilibrio entre los apegos sanos y los perniciosos. Querer es un alto riesgo puesto que ningún vínculo humano está garantizado, ni siquiera, con ser el tenido por el más fuerte, el de los hijos, lo está. No querer es una muerte anticipada. Ante este dilema a veces optamos por la huida, la coraza, el autoengaño, y sucede que, pasado un tiempo, advertimos que sólo asumiendo el dolor como parte de la vida podemos establecer una libertad emocional siempre en precario equilibrio, todo está  por hacer pero no asumir esa tarea es alimentar para mañana un sufrimiento estéril. 







lunes, 24 de septiembre de 2018

CAMINO DE LA LUCIDEZ




Los caminos de la lucidez conducen a abismos, aunque no se llega al fondo de ellos si no es por vericuetos anegados, soledades insondables, oscuras noches largas, nubladas auroras...



Los caminos de la lucidez no admiten retorno, describen un sólo sentido, seducen y a la vez espantan, conmocionan y aterran...


Por eso, porque espantan, los anestésicos son récord de ventas, ellos nos consienten  mirar sin ver, oír sin escuchar, tocar sin abrazarse, impiden que la vida desatada, intensa, desmedida, rompa en mil astillas ese tedio melifluo del transitar cotidiano que hemos consensuado llamar realidad para así no entendernos









lunes, 17 de septiembre de 2018

SOBRE «VIVIR EL MOMENTO»



Vivir es ir sembrando la memoria del porvenir. La vida es un instante, aunque nunca huérfano y en todo caso proyectado. «Vivir el momento» no es sinónimo de gozar, como a menudo se piensa, sino de gestionar el ahora desde la suma de lo que contigo ha sido, de lo que hoy es, y una pregunta, que apenas esbozada, va tiritando de puntos suspensivos.









sábado, 8 de septiembre de 2018

ABOLIR UNA REALIDAD




El gobierno feminista que hoy nos gobierna se declara abolicionista con respecto a la prostitución. Sin embargo ha legalizado un sindicato de trabajadores sexuales. La ministra del ramo reconoce que le han metido un gol y pone en marcha a la abogacía del Estado para impedir que el sindicato continúe.



La prostitución es una realidad y como toda realidad no va a dejar de existir porque se ignore o no conste en el papel oficial. Pero ya se sabe que las ideologías sectarias abolen toda realidad que no encaje en sus esquemas aunque no por ello ninguna desaprezca.



La presidenta de Andalucía cree que la existencia de este sindicato daría pie a la explotación de mujeres pero justamente los sindicatos, de cualquier ramo, se crean para luchar contra la explotación. La trata es delito perseguido por la ley. No hay que mezclar los distintos planos de esta realidad. Hay mujeres (también hombres) que deciden ejercer la prostitución por diversos motivos, si es por propia decisión creemos que no debe ser prohibido.







HIJOS DE UNA LUZ SACRIFICADA




La compasión es un sentimiento que nos engrandece el alma, nos hace reconocernos en el otro desde nuestra propio humanidad madurada de experiencias, de vivencias transitadas por la reflexión. Pero como toda luz tiene su sombra, la de aquellos que, sabiéndonos compasivos, quieren secuestrarnos esa porción de alma para hacerla sierva de su plan espúreo.



Cuando por medio de la propia capacidad de conmovernos somos convertidos en rehenes de causas redentoras que esconden el plan perverso de la dominación. Tal es el mercadeo de la caridad que ejercen las oenegés al servicio de ejércitos invasores, de planes premeditados de expoliación y deliberado comercio de seres humanos empujados al desierto o despeñados contra el mar.



Las televisiones y las redes con sus mantras indisimulados nos someten al shock que nos dejará anonadados para hacer de presa entre las garras del sistema voraz que se perpetúa en la depredación, y al que ni siquiera podemos nombrar en toda su extensión, aunque a veces lo llamemos capitalismo para no entender del todo, sino solo parcialmente, el tamaño de la bestia global que azota el mundo.



Tendremos tal vez que hundirnos sin remedio, consumiéndonos hasta la ceniza para así quizá, ungidos por ella, poder renacer a otra realidad. No hay proyecto de cambio, ni se especula con tal posibilidad. Cuando ni siquiera imaginamos necesaria una evolución radical debe ser que ya hemos muerto y lo que pensamos que sucede no es sino un holograma en el que quedó registrada la secuencia de la catástrofe.



La guerras del siglo XXI son esas donde morimos del todo, aunque unos son lo que ponen los cuerpos como presentes y otros los que ponemos las almas ausentes.



En ausencia de alma nos conformamos a vagar por las redes como trasgos virtuales porque los muertos de hoy somos así:  unos muertos muy obedientes, hijos siempre de una luz sacrificada. 







CONCIENCIA



A menudo en el activismo social (o político) se menciona la palabra "conciencia" como sinónimo de "conciencia política", lo que viene a significar militar en posiciones de izquierda. Para mí la conciencia -esta vez sin comillas- nace del hecho fundamental de reflexionar sobre la propia existencia, sin esa básica reflexión ningún aspecto de la conciencia podrá desarrollarse. Hoy, cuando la confusión reina y la verdad muere asesinada en boca de los voceros del Sistema, el mayor problema individual al que nos enfrentamos es a la total ausencia de conciencia -esto es, a la nula reflexión sobre la propia vida- así es como deambulamos, anónimos entre anónimos, por las avenidas, tanto más anónimos pues hasta somos desconocidos  para nosotros mismos.



Sin duda esto proporciona pingües beneficios a nuestros dominadores de hoy y preparan el advenimiento de los que lo serán mañana.







PARA UN DISCURSO AUTÓNOMO




La gente que lee en exceso (existen) tropieza con dificultades a la hora de elaborar un pensamiento propio,  es tal el cúmulo de autores atesorados que en lugar de con voz personal se expresan mediante citas.   


La erudición a menudo no es didáctica,  el erudito vive alejado del mundo real y no se percata de que los conceptos que maneja les son ajenos al  común de sus congéneres.  



En el extremo opuesto a los citados se halla el periodismo de titulares (osea,  todo él)  que,  lejos de ser didáctico,  simplifica,  y en dicha simplificación halla el medio más eficaz para la manipulación,  es decir para la reconducción del discurso hacia lo que debe ser entendido y replicado.  



Un extremo es producto  de la Universidad,  el otro de los Medios,  ambos constituyen las herramientas perfectas del sistema político y económico para sustentar su hegemonía.



Si se lee demasiado,  si uno aspira a la erudición,  es posible que la mente quede atrapada en esa tela de araña de las citas de autor, sin llegar a madurar un fruto propio. Si no se lee nada,  si uno picotea titulares sin dar sustento a la mente con vocablos donde apuntalar un pensamiento, tampoco éste nacerá.  



Quizá esto explique el ayuno de reflexión que padecemos hoy el común de la gente.  Cuando uno no sabe ser erudito ni tampoco se conforma con los esquemas suministrados por los Medios,  cabe introducir periodos de silencio entre lecturas escogidas, y dejar que, con los altavoces en off,  vaya naciendo un discurso autónomo.









REPUDIO DEL ADOCTRINAMIENTO




Todos parecen reconocer el adoctrinamiento cuando lo que se predica no coincide con las preferencias propias, pero cuando sí coincide aplauden a rabiar y lo llaman, al adoctrinador, gran orador. ¿Cuántos hay que repudien la idea misma de adoctrinar? Muy pocos. Vivimos en la era del adoctrinamiento, tan es así que  ha permeado hasta tal punto la doctrina hegemónica, que ya no somos capaces de discernir entre la idea inculcada y la propia, si alcanzamos a tenerla. De entre todas las doctrinas la más aplaudida siempre será la más peligrosa, pues quienes logran instalarla en el mayor número de mentes  son, sin lugar a dudas, quienes ostentan el poder. La libertad no consiste en abrazar la doctrina correcta sino en desasirse de todas.









NEOLOGISMO

Socorronería:  acción y efecto de emplear la socarronería,  el sarcasmo o el humor en situaciones donde peligra la libertad de pensamiento y de expresión.



JUANA RIVAS O EL IMPERIO DE LO "MUY SENTIDO"




Juana Rivas cometió un delito de secuestro de menores basándose en un pretendido maltrato continuado de su marido que no ha podido demostrar.  Para ello se valió de las instituciones y el poder mediático, desobedeciendo reiteradamente toda orden judicial.  



Su responsabilidad penal no queda eximida por haber sido mal asesorada en la Concejalía de Igualdad de Maracena por unos empleados públicos (comandados por la inefable Francisca Granados) que se supone deberían velar por el bien del ciudadano,  respetando y haciendo respetar las leyes. A estos empleados,  sin embargo, habiendo faltado a las normas deontológicas más elementales, ni se les ha destituido ni se les procesa. No es de extrañar si quienes deberían hacerlo, los jerarcas de la política,  fueron abanderados de la campaña viral  “Juana está en mi casa” de hace un año. Desde el presidente del Gobierno a la de la Junta,  quien ha destinado recursos de todos los andaluces a la defensa de la”causa Juana” -politizada hasta la náusea- deberían asumir responsabilidades. Pero no parece que esto vaya a ocurrir,  utilizan a la madre desbordada de emocionalidad  para hacer desbordar también las emocionalidades de quienes agitan las pancartas en el circo mediático. Nada más abonado para el pastoreo de la grey que el vapuleo de emociones,  lo vemos de continuo en casos que,  no por casualidad,  se convierten en espectáculo de masas.



Sorprende comprobar cómo un feminismo que se dice valedor de  las capacidades de las mujeres -intelectivas,  entre otras- hace ese exhibicionismo de emociones tan primarias y apela a la pura visceralidad en todas sus performances de pancarta y de redes. Capítulo aparte merece el melodrama televisivo capitaneado por  las lideresas mediáticas del lila,  Ana Rosa y la Griso,  personajes aglutinantes de la telenovela que ellas mismas alimentan, desde las algarabías de plató a las de calle,  haciendo caja,  naturalmente.  









PENSAR UNA REVOLUCIÓN PARA EL SIGLO XXI



La palabra «revolución» es una de esas palabras exangües, de tan traída y llevada a lo largo de la historia por vericuetos que han culminado en desenlaces atroces, a menudo imponiendo un totalitarismo más feroz que el que se pretendía subvertir.


Cuando no, es una palabra desustanciada por el mercado de consumo que, a través de la publicidad, impone la creencia de que cualquier cualidad que se atribuya a un producto, sea ésta la innovación en un motor o en una crema facial, esa innovación le aporta en sí la cualidad de «revolucionario».


¿Qué quiero decir, entonces, cuando aludo al término «revolución»? Más allá de las convenciones del diccionario, propongo una definición como punto de partida: cambio radical que se produce simultáneamente en distintos ámbitos, tienen consecuencias trascendentales, nacen en procesos colectivos, subvierten el orden establecido.


A partir de aquí quienes crean que un cambio trascendental en la sociedad en que vivimos no es necesario pueden abandonar la lectura. A quien, por el contrario, le mueva la inquietud (se haya cuestionado que vivir hacinados en urbes, sometidos a empleos laborales extenuantes, con enfermedades psíquicas somatizadas, y con la única expectativa del consumo como fuga a un presente alienante, merece una reformulación) exige plantearse –siquiera como hipótesis– un cambio sustancial. Aunque  no esperen encontrar aquí la fórmula que remedie sus sinsabores, no es posible remediarlos  con fórmulas magistrales, quien lo crea se autoengaña:  ni existen piedras filosofales ni bálsamos de fierabrás.


El mundo moderno (la postmodernidad, la modernidad líquida, llámenle x) éste que padecemos con sus comodidades que atrofian y sus mentiras rotundas. Sostenido en un sistema que nos mantiene explotados por el trabajo a salario, la enfermedad (física o psíquica) crónica, el desprecio al de al lado, la mercantilización de los cuidados (antaño tareas del amor y el mutuo apoyo) y hasta por una «espiritualidad» como producto  al alcance de una tarjeta de crédito. Este mundo se merece un funeral y no faltan quienes entonan cantos de cisne con anticipaciones apocalípticas plausibles.


Pero si no es este mundo ¿Qué mundo? Atrevámosnos a conjeturarlo. Roto en mil astillas el ideal de progreso que prometía felicidad y nos devuelve el lodo emponzoñado del ecocidio, ¿cómo plantearnos un cambio de paradigma que descarte producir para consumir y viceversa? Esta rueda de molino en la que, como bestias de carga cegadas por un antifaz, damos vueltas y vueltas sin sentido, hay que detenerla.


No lo lograremos si no nos desnudamos de todas las mentiras con la que nos visten en el momento de nacer. No será fácil ni será cómodo, el enemigo a abatir es poderoso, tan poderoso que ha parasitado nuestro yo más íntimo y ya no nos queda ni un remanso de silencio interior en el que detenernos a oír la voz de la propia conciencia.





Y esa sí, la conciencia, es la gran revolucionaria. La revolución comienza desde la propia piel hacia adentro. Sin desparasitarnos de lo embuído desde el sistema, de todas las zonas colonizadas por él, no será posible un mundo nuevo.


Nuevos mundos proyectados tiempo atrás no fueron viables porque ésto no se tomó en consideración, se pretendió que el enemigo estaba afuera, siempre en la economía o la política y que con cambiar los rótulos bastaba. Pero una fábrica era una fábrica tanto si su titularidad era  privada como si era del Estado  no dejaba de ser una factoría de producción, de exploración del medio y de los trabajadores.


En la economía y la política se basa el paradigma actual, erraríamos una vez más si  pretendiéramos hacer un mundo nuevo  en un odre viejo. Dado que la revolución comienza en la propia conciencia del individuo necesitamos nutrirla, descartar el alimento rápido y sin sustancia que hoy el sistema nos proporciona y nos obliga a producir en su espiral de destrucción y de evasión. Destrucción del medio y de las cualidades de lo humano. Evasión como regalo envenenado, como defenestración de las propias capacidades para hacernos cargos por completo de nuestras vidas.


El alimento de la conciencia son los valores. Si las ideologías llevan al odio y el enfrentamiento, a la dominación y la violencia, a la sed insaciable, en suma, de poder, es en los valores donde nos encontraremos. Primero e imprescindiblemente a nosotros mismos después, y no menos imprescindiblemente, con los otros, nuestros semejantes. Pero ¿Hasta qué punto no nos hemos alejado de los valores? Debemos recorrer un largo trecho si queremos  poner en el centro del nuevo mundo los pilares que lo sustenten. Estos pilares han de ser bien sólidos para que ninguna bala los atraviese, si son inmateriales no podrán horadarse.


La frugalidad debe sustituir al consumo, quien necesita poco es más libre. El salariado abolido por el trabajo libre asociado, puesto que el salariado nos embrutece y nos resta vida. La propiedad privada concentrada deviene siempre en codicia, en falta de equidad, el medio es nuestra morada nos serviremos frugalmente de él y le deberemos servicio, su gestión debe ser comunal, sin eludir ni delegar responsabilidades. La libertad de conciencia no debe ser asediada por aparatos propagandísticos de ningún signo, la libertad de expresión es la forma natural de intercambio de ideas.


Este breve esbozo apunta hacia la libertad, pero no es más que un breve esbozo que nos sitúa en un ideal deseable, para acercarnos a él la tarea está por hacer. Por más que, por el momento, ese ideal se nos antoje inalcanzable en nuestras manos está el comenzar hoy, ya. Alimentemos la conciencia, hablemos de valores, centrémonos en el acopio de virtudes y desdeñemos los disvalores que el sistema nos impone.


Si hay un porvenir, su materia prima es un sujeto que, consciente de sí, moldea un barro primordial: la construcción de una ética que subvierta la ferocidad depredadora del sistema vigente.






SOBRE LA VIOLENCIA



En la raíz de toda violencia se agazapa el ogro de la voluntad de poder, la aspiración, siempre espuria, de dominación sobre el otro, los otros.  Esto sucede en la relaciones de corta distancia (podemos advertirlo en la observación de los hechos) tanto como a las que atañen al gobierno de la sociedad.


Para abordar la cuestión de la violencia se pueden establecer categorías, subcategorías, estudios sectoriales, etc, pero lo que sustenta todo acto de violencia, el mínimo común denominador a todo acto violento, es la voluntad de someter, de sojuzgar.


Mientras que la agresividad está presente también en el reino animal y supone una respuesta adaptativa, la violencia es un constructo humano.  La biología nos informa que  el humano nace macho o nace hembra.  Al individuo de nuestra especie compete responsabilizarse de sí y de sus actos. Como seres sociales la interacción del individuo con los próximos y semejantes va configurando su biografía. En los primeros estadios de la vida es donde el germen de la violencia se halla latente; que prospere o no, que el individuo  haga de sí mismo un sujeto violento o recurra a la violencia para obtener ventaja sobre los demás, no obedece a un sólo factor sino a la combinación de varios, excedería este espacio detallarlos todos.


La violencia puede ser ejercida de dos formas: una mediante el uso de la fuerza, sea por la propia del sujeto o auxiliado por algún artefacto; dos mediante artes que no requieren de la fuerza sino de  habilidades tales como la astucia, el cálculo, la persuasión, la agresión verbal, etc, es la denominada violencia psicológica.








Pero ¿Y el sexo? ¿es determinante para que el individuo humano sea violento?  ¿Hay más individuos violentos de sexo masculino o de sexo femenino? El macho de la especie está dotado de mayor masa muscular que la hembra lo que le otorgaría  ventaja en caso de decidir ejercer violencia física sobre ésta, o sobre otros individuos de su mismo sexo menos dotados. La hembra, no obstante, puede ejercerla sin riesgo de resultar vencida si elige como víctima alguien más vulnerable.  El ejercicio de la violencia mediante la fuerza es más indisimulable, más ostensible, que el de la violencia psicológica, y por ello crea mayor alarma, incita a la precaución, a la salvaguarda.




La violencia psicológica puede ser ejercida  sin que requiera de ninguna dotación física específica. Basta con la resolución de ejercerla y las habilidades requeridas ya citadas. No es ostensible sino soterrada, no crea alarma si no es en un estadio ya muy avanzado. A menudo resulta difícil librarse de ella, enfrentarla, porque el desgaste continuado al que ha sido sometida debilita considerablemente a la víctima. También es más difícil mostrar ante terceros no involucrados que, en efecto, está teniendo lugar, de ese modo la indefensión se agranda.




La diferenciación morfológica o sexual determinaría en parte si  la violencia que se ejerce es  física o psicóloga pero no determinaría la resolución de ejercerla. Esa resolución está emparetada con los modelos que se han ofrecido en los estadios tempranos de la biografía, si han sido habituales y tenidos por aceptables o si han resultado eficaces en la obtención de un fin concreto.




Hay, además, otras dimensiones en el ser humano, más allá de la biología o la cultura, que no deben ser desdeñadas, principalmente la que acontece en el fuero interno de cada cual. Si las dos primeras no dependen del individuo y por tanto podrían eximirle o servir de atenuantes,  la dimensión ética pertene exclusivamente a él, se trata, sí, de la conciencia. Todo ser humano, sin importar características morfológicas o sexuales, dispone de libre albedrío para determinar qué es o qué no es ético hacer. Aunque hay algunos que deciden obviarla en la implacable persecución de un fin, son aquellos cuyo único motor de vida consiste en ejercer el poder y la dominación, sea éste en el ámbito más cercano o de mayor alcance. Se trate de aplastar física o psicológicamente a un individuo, a un grupo o una sociedad entera. Para someter al otro, los otros, contra su voluntad, el ejercicio de la violencia, sea en una u otra variante o combinándolas, a menudo sofisticándolas, se vuelve del todo imprescindible.















EDITORIAL INICIAL DE LA PÁGINA DE FACEBOOK NO SOMOS LILAS

POR QUÉ NO SOMOS LILAS



Esta página está ideada para construir un espacio de reflexión sobre los roles hombre/mujer en la sociedad actual.  La deriva del feminismo desde su asalto a las instituciones de poder y  la imposición de un discurso único que va alcanzando tintes totalitarios,  hacen necesario el pensamiento crítico ejercido desde una serenidad que apacigüe la estridencia de las manipulaciones mediáticas y los eslóganes políticos.  



Hombres y mujeres comunes nos vemos hoy arrastrados por leyes y doctrinas que transforman nuestras vidas, sin que nuestra participación sea requerida ni nuestras opiniones escuchadas.  



La convivencia se resiente como consecuencia de una guerra de sexos que está siendo alimentada por un pretendido igualitarismo que no obstante consiente la discriminación de un sexo para privilegiar al otro.



Defendemos que hombres y mujeres deben tener igual consideración ante la ley y que ambos sexos deben poder desarrollar en libertad sus vidas conforme a las capacidades y anhelos de cada sujeto.  La diferenciación entre sexos impuesta por la biología, sin embargo, no debe ser obviada en pos de un igualitarismo de resultados que contraviene la naturaleza e idiosincrasia de los mismos. Los sexos no son opuestos sino complementarios. La unión de ambos hace posible la descendencia,  decisión que debe ser tomada en libertad sin que se opongan obstáculos legislativos,  laborales,  doctrinarios o de otra naturaleza.
  





VENCIDOS



Ocho décadas atrás los vencidos no fueron un puñado de militares ni un haz de siglas de partido o sindicatos sino todo un pueblo. La memoria de ese pueblo –que fue y ya no es– debe ser honrada desde el pueblo mismo, si es que queda algo de pueblo.  Pero quizá no quede,  hoy todo está mediatizado, todo es institucional o aspira a serlo. Todo se legisla, todo se pauta. Parece no existir iniciativa alguna que no apele al brazo «redentor» del poder constituido, para que éste, como un padre de natural cicatero, conceda la gracia de una dádiva.

¿Debemos aceptar, sin más, que ya no somos pueblo? ¿Podemos honrar a los que fueron si ya no somos? Más allá de las flores y de las banderas una forma de honrarles sería rescatar su memoria de la aviesa propaganda de la que hoy es presa, traerla con nosotros –verdadera y desnuda– para aprender con ellos, de ellos, la lección de dignidad que supone la lucha.

No vencieron pero lucharon, los  derrotados hoy somos nosotros, si es que existe ese «nosotros»

19/07/2017